8.3.10

y volver a radiar de felicidad

 
Sentirse querida es de lo mejor, todo el mundo lo necesita y, si no lo tiene, lo anhela. Todas queremos alguien que nos mire, nos elogie, nos mime y nos haga reír; nos de sensación de seguridad, de confianza, que nos sorprenda, que sea activo y que se esfuerce por nosotras; que nos escuche, nos hable y que sea tierno. No basta con creerse un cómico espectacular, ni tampoco con pensarse el más cariñoso del mundo. No basta cuando no es verdad, o cuando no es lo que nos gusta, porque lo que queremos es dedicación, esfuerzo y generosidad. Cuando el que está a tu lado cumple todo eso, entonces sí aparecen esas caras de felicidad, esas ganas de estar siempre en el mismo sitio y a la misma hora; surgen ganas de hacerlo todo, de comerse el mundo y de si tu te tiras yo me tiro. Me encantaría volver a esa sensación, a tener poco sentido del ridículo, a los regalos oficiales y a los regalos sorpresa, a los detalles, a las risas, a los juegos y a todas las horas; al planear, al soñar, al no ver más allá.
Sin amor es impensable, pero sólo el amor no basta.

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