Sentirse querida es de lo mejor, todo el mundo lo necesita y, si no lo tiene, lo anhela. Todas queremos alguien que nos mire, nos elogie, nos mime y nos haga reír; nos de sensación de seguridad, de confianza, que nos sorprenda, que sea activo y que se esfuerce por nosotras; que nos escuche, nos hable y que sea tierno. No basta con creerse un cómico espectacular, ni tampoco con pensarse el más cariñoso del mundo. No basta cuando no es verdad, o cuando no es lo que nos gusta, porque lo que queremos es dedicación, esfuerzo y generosidad. Cuando el que está a tu lado cumple todo eso, entonces sí aparecen esas caras de felicidad, esas ganas de estar siempre en el mismo sitio y a la misma hora; surgen ganas de hacerlo todo, de comerse el mundo y de si tu te tiras yo me tiro. Me encantaría volver a esa sensación, a tener poco sentido del ridículo, a los regalos oficiales y a los regalos sorpresa, a los detalles, a las risas, a los juegos y a todas las horas; al planear, al soñar, al no ver más allá.
Sin amor es impensable, pero sólo el amor no basta.
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