Que yo sepa, nadie en el mundo es perfecto. Yo no lo soy, ni lo seré jamás. Puede que sea cierto que no sirvo para nada, pero ¿qué puedo hacer yo? ¿cambiar? No es mi estilo. Antes, mo-rir-me. No tengo miedo, sino unas extrañas ganas de yacer en tranquilidad. ¿Acaso no existimos para exprimir la vida al gusto? Pues eso, gracias por mostrarme que existe un precipicio, todo un lujo ser consciente de ello.
8.4.10
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