16.5.10

locura es libertad sin ataduras

Debo encontrar ya lo que tanto tiempo llevo buscando. Y ya no se trata de querer o desear, sino de ansiar y necesitar. Cuando cada noche, debajo de mi almohada, ahogo mis gritos, siento que el silencio ya no puede durar más. Debo hallar eso, esos, esas, cualquier o cualquiera, algo, alguien siquiera con quien mínimamente identificarme. Pasar tardes tirada por las calles o volar hacia el infinito ¿quién sabe, quién dice, qué puede depararme el futuro? Respiro como si cada aliento fuera perdiéndome un poco más, como si cada gota de oxígeno fuera un grano de arena que me alerta de que el tiempo, señorita, se agota en la nada. En mi haber puedes buscar, por género, por nombre, por autor o por título, sólo encontrarás ansiedad rehogada, sueños congelados, deseos ardientes y un cúmulo mucho más extenso de paradojas sin sentido. Soy dicotomía pura, soy un ángel sin alas que no sabe dónde acudir, y me da el maniqueísmo: adoro y odio, río y lloro. Estoy extrañamente perdida en un lugar que ya conozco; ¿qué lugar no conocido puedo escoger para encontrarme? Debo centrarme, debo escoger, debo encontrar mi entorno perfecto. Pero, sobre todo, debo luchar pacíficamente por cambiar un mundo que no me place, que no me gusta, que me indigna. Sola no puedo, pero la espera de ese alguien o ese algo me desespera. 
Me desgarra. 
Me descontrola.
Me vuelve loca. 

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