Me pregunto si hay, en un sitio cercano o en algún lugar remoto, cualquier persona a la que verdaderamente no le gustaría ser el sol, ese astro querido que nos da la vida, que despierta con nosotros y que nos deja huérfanos cuando decide acostarse. Él nos acerca las sonrisas y el bienestar, nos ofrece magníficas mañanas y espectaculares atardeceres. Él, y sólo él, nos da calor desinteresadamente, un calor natural, el calor que muchos humanos no atinan a darnos. No debo negar que soy cosmopolita, pero la naturaleza es genial.
28.2.10
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment