
Hoy es un gran día. Paseando en solitario me he dedicado a reflexionar y he encontrado algunas soluciones. No son fáciles de llevar a cabo, pero sí muy esperanzadoras. He descubierto que la felicidad no se mide ni por la belleza ni por el dinero. Se mide por lo que uno consigue, lo que uno hace por los demás, lo que uno lucha pacíficamente. Creo que he hallado parte de mi camino. Ya da igual vestir mejor o vestir peor. Ya no importa ver la tele o no verla. Ya no me gusta ser parte del maltrato. Ya no creo en la guerra como solución. No quiero un vestido Prada, si puedo tener un trapo con significado. No quiero mirar la tele, si puedo leer y no compartir la caja tonta. No quiero comer carne, porque eso significa maldad. No quiero usar la violencia, si puedo luchar mediante la paz. Sé que no va a ser fácil, pues llevo una vida típicamente basada en lo comercial, en el consumo absurdo, en el consumo de carne, en el consumo excesivo, en las prioridades individuales. Pero me he decidido a cambiar: si necesito unos zapatos me los compraré, pero no los voy a escoger en base a la marca o a algún otro factor superficial; la moda seguirá gustándome, pero nunca pretenderé ser una chica perfecta más; la belleza me va a preocupar, pero voy a intentar ser el icono de la hermosura imperfecta; miraré la televisión, pero en menor medida y no por gusto, sino por resignación; comeré carne, pero ciertamente en contra de mi voluntad; voy a ser testigo de violencia, es verdad, pero voy a optar por el "make love not war". La vida es sencilla por naturaleza, todos podemos vivir con menos, todos podemos ayudar. ¿Por qué dar de comer cereales a unos animales infelices por el tratamiento que reciben, si podríamos hacerlos felices dejándolos en libertad y al mismo tiempo dar de comer a toda la humanidad?. Me horroriza la crueldad de nuestro mundo. Y soy consciente que mi aportación va a ser poco y menos. Pero, ¿realmente alguien que colabora con menos, que come carne sin pensar, que viste pieles sin remordimientos, que manda bombas sin esfuerzo o que vive por su físico para ser, simplemente, más deseado, puede reprocharme que no hago lo suficiente? Creo que no. Poquito a poco lo voy a conseguir. ¿Qué importa en la vida sino la igualdad y el amor entre personas, la paz y la solidaridad, el proponerse metas y el vivir con libertad?
"Una persona que tiene miedo a cambiar sus hábitos de vida, y en especial su forma de comer y beber, porque teme que los demás la tomen por excéntrica, rara o fanática, olvida que su cuerpo le pertenece, tanto como la responsabilidad de su bienestar, y que precisamente eso no incumbe a los demás" (Dr. Paul Brunton). Según estas sabias palabras, tendría que imponer mi voluntad, ya que no quiero perder la propiedad de mi vida, ni la responsabilidad sobre mi cuerpo. Pero debo hacerlo poquito a poquito: si antes ya me consideraban la culpable de todos los males, la chica rebelde que no se conforma con lo normal, mi apuesta por un mundo mejor puede suponerme el ser vista como una loca con ganas de chinchar.
Pero no importa porque hoy sí, hoy es un gran día.